jueves, 12 de diciembre de 2013

EL ARTE


EL ARTE
Una concepción del arte

En algunas épocas antiguas se definió el arte como la representación de la belleza, la perfección, la armonía. Esta definición quedó totalmente desfasada con el paso de los siglos, y muy especialmente tras la aparición de las vanguardias, que plantearon nuevos caminos de expresión y modificaron los paradigmas de la creación artística. En nuestros días conviven muchas concepciones del arte en sus inagotables manifestaciones, pero casi todas coinciden en la esencia comunicadora del mismo, pues la obra creada carece de sentido sin la percepción del receptor, quien descodifica e interpreta -desde el raciocinio, la emoción o ambos estadios- dicha expresión artística dotándola de auténtico significado. Con independencia de que algunos artistas manifiesten su relación casi exclusiva con la ideación, al margen de los espectadores de sus obras, lo cierto es que una obra de arte sin público es como un hombre encerrado al margen de la sociedad o como un árbol caído en un bosque inescrutable.

Una forma de comunicación

Los mismos orígenes del arte, las pinturas rupestres, tuvieron un marcado cariz de comunicación. Servían, más que para expresar el mundo interior de sus autores, para manifestar al grupo los hitos sociales, para relacionarse socialmente con lo mágico, con las divinidades y comunicarse con ellas. Estaban formadas por signos, imágenes, señales y lenguajes figurados que todos, de algún modo, compartían. En nuestros días, el arte mantiene esa función que, los creadores, enfatizan o desdeñan en base a sus estilos personales y sus concepciones artísticas. Los artistas expresan pensamientos, criterios, sentimientos y emociones a través de su arte, los cuales llegan a los receptores -el público-, quienes los hacen suyos mediante ese proceso de comunicación. Así, los elementos principales de toda comunicación -el emisor, el receptor y el mensaje- quedan perfectamente establecidos, y no solo ellos, también el canal -que depende del tipo de arte en cuestión: auditivo para la música, audiovisual para el cine, visual para la pintura-, las interferencias -las cuales dificultan la perfecta trasmisión y percepción de los mensajes, por ejemplo la mala iluminación en una exposición de esculturas- y el código, que adquiere en la expresión artística un matiz más subjetivo.

La peculiaridad del arte contemporáneo es que en muchas ocasiones -y según las intenciones del autor- prima la transmisión de emociones -la rabia, el estupor, el rechazo, la provocación, el impacto- frente al intercambio de ideas o conceptos, lo cual ocurre sobre todo en las artes plásticas contemporáneas, en la poesía y, frecuentemente, en las performances. Con todo, la obra produce una reacción en el destinatario y es precisamente este efecto el que, en gran medida, le suele dar sentido.

La función comunicacional del arte actual

Muchas manifestaciones artísticas de reciente aparición, como el cómic, la fotografía, el arte urbano, el rap, el cine y las artes escénicas, por ejemplo, han dado un paso más y se consideran en ocasiones verdaderos canales de comunicación que no solo despiertan sentimientos, sino que transmiten ideas, opiniones y tomas de postura. Denuncian, manifiestan y aportan un modo distintivo de contar la realidad, de aproximarla a los demás, de interactuar con ellos. Algo que durante mucho tiempo han realizado también -y lo siguen haciendo- otras modalidades más clásicas del arte como la literatura, la escultura, la pintura -El Bosco es un espléndido ejemplo- e incluso algunos estilos arquitectónicos, como el románico y sus mensajes religiosos en las catedrales.

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